El Monasterio-Hospital de Santiago se erige como un testimonio significativo de la historia de los peregrinos que atravesaban esta región, fundado poco antes de 1160 en un camino secundario de la importante ruta Jacobea. Su propósito principal fue ofrecer cobijo y alimento a los viajeros que pasaban por este lugar, brindando no solo un espacio físico, sino también un refugio espiritual en su camino hacia Santiago de Compostela.
Dada su ubicación estratégica, el monasterio recibió numerosas donaciones y prebendas, alcanzando momentos de esplendor en la historia. En 1325, estaba habitado por veintiún religiosos dedicados a atender a los peregrinos, convirtiéndose en un punto de parada crucial para quienes se aventuraban en el Camino de Santiago. Su relevancia no solo radica en su función como hospital, sino también en su papel como un centro de vida comunitaria y espiritual.
A lo largo de los años, el monasterio-hospital ha enfrentado múltiples destrucciones. En 1513, sufrió el asedio de las tropas de D. Juan de Labrit, y el 23 de abril de 1764, un incendio devastador redujo a cenizas gran parte de su estructura interior, llevándose consigo muebles y objetos de valor. Este incendio dejó las paredes maestras en condiciones lamentables, lo que llevó a la decisión de desmontar gran parte de la edificación. En 1793, la devastación provocada por las tropas francesas durante la Guerra de la Convención añadió más daño a un edificio que había sido un faro de esperanza para tantos.
El incendio de 1764 también resultó en la destrucción de la imagen primitiva de la Virgen venerada en el monasterio. Tras la reconstrucción, se erigió una nueva talla, una hermosa figura de menor tamaño que actualmente se venera en Alkotz. Esta imagen se ha convertido en símbolo de la resiliencia de la comunidad y del fervor de los peregrinos, quienes solían realizar romerías hasta el monasterio el día de San Agustín (28 de agosto). Sin embargo, tras la destrucción definitiva del monasterio por las tropas francesas, estas festividades fueron suprimidas, marcando el inicio de la decadencia del lugar.
La ermita, con su única nave de cinco tramos, presenta una cubierta de cañón apuntado. Los muros interiores están revocados, mientras que el exterior muestra la labra de un sillarejo de correcta factura. La entrada se caracteriza por cinco arquivoltas esbeltas y un arco apuntado que descansa sobre capiteles de columnas. En la parte superior, se abre una ventana de diseño peculiar que se inscribe en el estilo renacentista, añadiendo un elemento visual interesante a la estructura.
Los contrafuertes imponentes en el lado norte del templo podrían sugerir que la iglesia contaba con un atrio, proporcionando resguardo a los peregrinos. En el lado sur, los contrafuertes, aunque también robustos, reflejan una construcción posterior, destinada a calentar el espacio para el confort de quienes se albergaban en el lugar.
El Monasterio-Hospital de Santiago es más que una simple edificación; es un símbolo del paso del tiempo y de la historia de los peregrinos. Su ubicación estratégica en un antiguo camino, que posiblemente reutilizó rutas romanas, lo convierte en un punto de interés tanto para quienes recorren el Camino de Santiago como para los amantes de la historia y la arquitectura.
Este monumento invita a todos a reflexionar sobre el pasado y a disfrutar de la belleza del entorno natural que lo rodea. Si estás recorriendo la región, no olvides hacer una parada en el Hotel Restaurante Venta de Ultzama, donde podrás descansar y degustar platos tradicionales que honran la rica cultura de esta tierra, como nuestros deliciosos canutillos y la suave cuajada. ¡Una experiencia completa que combina historia, naturaleza y gastronomía te espera en este rincón del Camino!